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Argentina y el post Covid-19 ¿Hacia dónde vamos?

Editorial

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), durante el segundo semestre de 2019 la pobreza ascendió al 35,5% y alcanzó a más de 15 millones de personas en el país (25,9% de los hogares). Las expectativas para este año no son positivas.

Para este año 2020 el panorama parece mucho más desalentador. El aislamiento social para prevenir la propagación del coronavirus en el país tendrá efectos negativos directos en la actividad económica, afectando a los sectores más vulnerables. Se estima que la pobreza llegará al 50% de la población con un aumento de la indigencia, siendo los más afectados los sectores más vulnerables. Por ejemplo, para la UNICEF la pobreza en niños y adolescentes sería del 58,6% por ciento.

Se registra también una caída de los ingresos que repercutirá en el consumo. Se calcula que en el AMBA el 57,6% de las familias sufrió durante esta cuarentena, una caída de sus ingresos y creció la inseguridad alimentaria severa. Todo ello a pesar de la ayuda que el Gobierno destinó a los segmentos más empobrecidos de la sociedad.

A nivel regional la Comisión Económica de la Organización de la Naciones Unidas (ONU) para América Latina y el Caribe (Cepal) estimó que en los próximos seis meses cerrarán en la región 2,7 millones de empresas formales y se perderán 8,5 millones de empleos en Latinoamérica.

Asimismo, Argentina se encuentra en plena renegociación de su deuda externa con el objetivo de lograr una modalidad de pago que sea sustentable y no frene el desarrollo económico del país.

Como bien sabemos, el Gobierno nacional aplicó políticas de contención para palear las consecuencias económicas de la pandemia. Tanto el Ingreso Familiar de Emergencia como la Asistencia para el Trabajo y la Producción forman parte de dichas políticas.  Se calcula que, junto con otras asignaciones, el monto representa el 4,9 % del PBI.

Igualmente, la situación sigue siendo compleja. Pareciera ser que todavía no se encuentra el rumbo adecuado y no se alcanza a vislumbrar una idea o proyecto político que sirva como guía y marque el camino.  Tanto gobierno como oposición muestran una confusión al respecto.

Pesada hipoteca para el futuro de las nuevas generaciones

El problema de la “grieta” sigue siendo evidente. Más allá del trabajo conjunto entre la Ciudad de Buenos Aires, el Gobierno Nacional y la Provincia de Buenos Aires, los estamentos políticos de ambas coaliciones siguen con la lógica “amigo-enemigo”.

Quizás lo más preocupante no sean las diferencias ideológicas entre los “ismos”, sino una grieta más profunda que parece instalarse que es la pobreza.  Tener a la mitad de población pobre, a una parte importante cobrando subsidios del Estado para poder sobrevivir (se calcula que son 17 millones de personas), alienta a que la línea divisoria entre ricos y pobres aumente.

A su vez, sabemos que la pobreza afecta al futuro de las nuevas generaciones. Problemas en la alimentación, en la salud, en el acceso a servicios esenciales, todo ello constituye una pesada hipoteca para el futuro de las nuevas generaciones.

En un mundo cada vez más complejo, en donde la tecnológica marca el ritmo de la economía y del trabajo, resulta imprescindible que las nuevas generaciones tengan condiciones favorables para poder enfrentar los desafíos que esta situación conlleva.

¿Qué futuro vemos para la Argentina?… esta pandemia lo que hizo fue profundizar las desigualdades poniendo en evidencia falencias que la misma clase política ocultaba. Resulta entonces evidente que se necesita una renovación en el seno mismo de la matriz política.

En lo que respecta a la coyuntura actual, no se percibe un rumbo claro. Por un lado el proyecto de grabar a las grandes fortunas quedó frenado, lo mismo sucedió con la expropiación de Vicentin. Ambos proyectos mostraron una dura oposición de algunos sectores medios de la sociedad argentina, lo cual hizo recordar a el enfrentamiento que hubo por la 125 entre el Gobierno contra el campo, con los ya sabidos resultados electorales.

Este tipo de enfrentamientos generan controversia y lejos de encauzar al país lo hace “navegar a la deriva”, llevándolo por un camino sinuoso.

La participación del Estado en la economía también merece una reflexión. Es de suponer que la gran mayoría de las personas de bien va a preferir la salud y la vida antes que los bienes materiales; eso no debería discutirse. Tampoco hay que ser dogmaticos en el sentido de creer que toda intervención estatal es buena o mala en sí misma. La intervención estatal deber juzgarse en el ámbito de la necesidad política y social y en las consecuencias de la misma. Plantear en términos  de Estado vs mercado es una falsa antinomia.

Debemos debatir sobre un plan estratégico de país que lleve implícito el accionar de un Estado dinámico y práctico. Se interviene donde haya que hacerlo y viceversa.  Esto nos obliga a pensar un Estado presente pero flexible, con una organización burocrática que no sea una carga impositiva para el resto de los argentinos y en donde los funcionarios no sean “seres privilegiados”. Los gestos son importantes, ya que entendemos que una baja del salario de los funcionarios no solucionaría todos los problemas financieros, pero sí sería una fuerte señal sobre el camino a seguir.  Este gesto podría ser el inicio de una administración pública sin privilegios.

Lo mismo ocurre con los subsidios; debemos encaminarlos hacia una forma de trabajo concreta, genuina y de calidad. El trabajo dignifica al ser humano. Ordenar todo un sistema de ayuda, asistencia o de ingreso universal para que el principal objetivo sea dar dignidad al trabajo.

Por último, la democracia necesita y se nutre del disenso. Es imposible que todos los seres humanos pensemos igual ya que nuestra naturaleza nos hace seres con pensamientos, deseos, voluntades y capacidades diversas. La democracia debe nutrirse de estas diferencias. Resulta contradictorio que en una fuerza política no se permita el surgimiento de diferencias y, apenas se perciban, aparezcan los “jueces de la verdad” con el objetivo de censurar y despreciar las ideas diferentes.

Seguramente los argentinos nos levantaremos de esta crisis. También esto pasará!

 

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